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Los grafiteros actúan en grupos de alrededor de 20, armados con spray y con la cara tapada. Están organizados: cada uno conoce qué parte del vagón tiene que pintar. En menos de 8 minutos la pieza está terminada. La mayoría de las veces, uno de ellos se encarga de grabarlo todo. En lo que va de año han realizado más de 80 ataques a vagones de Metro y Renfe. Por eso se ha creado un gran dispositivo policial para la detención de este tipo de bandas y salvaguardar la seguridad de los viajeros. La policía se enfrenta a grupos que dominan a la perfección el terreno, huyen por lugares que muy pocos conocen. Los vagones cuentan con escaleras de seguridad bajo los asientos y casualmente, ellos también lo saben, las cogen y las utilizan para pintar en medio del túnel. Los pasajeros asisten atónitos a la escena. Siempre actúan a primera o a última hora de la noche. La mayoría son hombres de 13 a 40 años y con recursos económicos. Cada año la reparación de sus destrozos superan los 4 millones de euros.